La concentración de los medios en Colombia, una mafia de la información

19 Octubre 2015 / By Radio Macondo

“Los medios fabrican su propia realidad, la realidad colombiana es la que figura en la primera página de El Tiempo. Y entonces dominan esa realidad que ellos mismos fabrican. Los políticos que ponen, los protagonismos que arman, las frivolidades que fomentan, pero eso también es soga para su propio pescuezo, la verdadera realidad colombiana se les queda por fuera. Y ella se maneja en muy buena medida al margen de los medios”

Laura Restrepo
Escritora y Periodista colombiana

En esencia los medios de comunicación deberían desde la imparcialidad contribuir en la formación de una opinión pública y pluralista desde la que se puedan promover los procesos democráticos, facilitando los debates que le permitan a la sociedad ejercer una vigilancia sobre el establecimiento y los gobiernos de turno.

Sin embargo el papel que ha jugado la prensa hegemónica, propiedad de los grandes grupos económicos en el conflicto colombiano la convierte en un actor más del mismo, el bloque mediático de estos grupos a impuesto una prensa poco objetiva y con una fuerte  carga de adoctrinamiento ideológico.

No existe una verdadera democracia sin el pluralismo de los medios ya que la diversidad refleja las opiniones divergentes de una sociedad. En los consorcios mediáticos dueños de la prensa nacional prima la ganancia corporativa sobre la información. Motivo por el cual los campesinos o indígenas reclamantes de tierras que están en manos de terratenientes o multinacionales agroindustriales  no hacen parte de la agenda informativa.

La estrategia de desviar la atención del público de los problemas importantes y de las decisiones implementadas por las élites políticas y económicas parece ser su principal objetivo. En este orden de ideas no es de extrañar que la información sobre un atraco en un bus o un trancón primen sobre los hechos relacionados con las organizaciones campesinas, indígenas, sindicales y estudiantiles.

Este diluvio de notas insignificantes elevadas a noticias nacionales, cumple el propósito de impedir que el público se interese por los procesos de participación social de las comunidades. La estigmatización de los movimientos populares por parte de estos carteles mediáticos ha logrado que una gran parte del público identifique en las movilizaciones populares y la protesta social una simple manipulación criminal.

Hacer un uso desmedido del aspecto emocional es una técnica clásica en la manipulación mediática implementada por los dueños de los medios  para exacerbar y encaminar pasiones hacia su propia agenda política, es una estrategia que le impide al público realizar un análisis racional sobre situaciones complejas que requieren un análisis profundo tal y como ocurrió con el cierre de la frontera venezolana o con los soldados expulsados de los resguardos indígenas en donde la noticia fue el llanto de los militares y no los procesos de resistencia indígena en contra de los actores del conflicto.

La concentración de los medios de comunicación les brinda a los propietarios de la prensa una influencia dominante sobre la opinión pública. Gracias al marketing empresarial, periodistas como Claudia Gurisatti, Vicky Dávila y Néstor Morales entre otros, son convertidos en estrellas prefabricadas de este modelo informativo que los vende como periodistas imparciales, cuando en realidad solo reproducen la opinión de los dueños del medio como si fuera la opinión de todos los colombianos, mientras cierran sistemáticamente los micrófonos a los procesos y movimientos sociales que no coinciden con los intereses de su línea editorial.

Estas empresas mediáticas utilizan sus espacios para construir una imagen preconcebida de la realidad, inoculando en los usuarios los conceptos que protegen sus propios intereses como una verdad indiscutible, práctica que es implementada bajo la fachada de “libertad de prensa” y tras la cual se esconde una forma perversa de dominación.
En el sistema democrático de un Estado social de derecho, la información debe ser libre y abierta. Pero antes que nada debe ser construida con la participación de todas las distintas miradas que conforman la sociedad y no solamente por unas pequeñas elites que detentan el poder económico y político

Este crimen organizado de los grandes grupos mediáticos en contra de la pluralidad y la diversidad de voces que conforman la sociedad, funciona amparada en una estrecha relación de intereses con el establecimiento, y aunque se desenvuelven dentro de marcos legales, en el campo de lo ético actúan más como una mafia que como elementos dinamizadores de la democracia.

Este modelo ha prevalecido sobre el periodismo independiente y ha sido difundido por entidades como la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), un conglomerado de empresarios dueños de medios de comunicación del continente, que se han encargado de defender los intereses oligopólicos desde sus editoriales. En Colombia los grupos mediáticos hablan de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) como si se tratara de un organismo imparcial y citan la libertad de prensa en Estados Unidos como un ejemplo del periodismo en un régimen democrático y no hay nada más alejado de la realidad que esto.

La prensa norteamericana es un instrumento monopolista de las grandes empresas. Esta fue una de las conclusiones a las que llegó en 1947 una comisión de expertos nombrada por la Universidad de Chicago, y pagada por el ultraconservador Henry R. Luce, de la revista Time, y por la Enciclopedia Británica. Esta relación entre el gran capital y los medios de comunicación no garantizan un periodismo independiente y democrático que permita el acceso de todos los sectores sociales y políticos para que expresen sus opiniones en igualdad de condiciones.

El artículo 20 de la constitución le garantiza a las personas la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, también garantiza la libertad de informar y recibir información veraz e imparcial, lo que en el mundo contemporáneo solo se puede lograr a través de los medios de comunicación. El artículo promulga la libertad de los medios y su responsabilidad social y prohíbe la censura. Sin embargo la libertad de expresarse y opinar, al igual que el derecho a recibir información objetiva e imparcial solo se puede concretar mediante la pluralidad de información lo que necesariamente pasa por la variedad de medios de comunicación que permitan un equilibrio, algo que no ocurre en Colombia en donde lo que prima es el autoritarismo informativo alineado por intereses comerciales.

Por otro lado el artículo 75 de la Carta política sostiene que el espectro electromagnético es un bien público, lo que en esencia debería Garantizar la igualdad de oportunidades a su acceso y su uso, Esta disposición fue creada para que mediante la intervención del estado se evite el monopolio, sin embargo los operadores que hacen uso del espectro han creado un bloque empresarial y económico que ha terminado por restringir el acceso público, esto con el beneplácito del estado colombiano.

Un evento que marcó el acaparamiento empresarial de los medios en Colombia fue la aparición en 1997 de los dos canales privados, CARACOL y RCN, fundados por dos de los grupos económicos más poderosos del país: el Grupo Santo Domingo y la Organización Ardila Lülle. Este proceso privatizador generó una profunda crisis en el sistema que termino llevando a la quiebra a los concesionarios de los canales de la televisión pública y a la misma televisión estatal, en pocos años el país perdió el 80% de sus alternativas informativas que en la mayoría de los casos terminaron por ser absorbidas por estos poderosos grupos financieros.

El acaparamiento de los medios en Colombia por parte de estos grandes grupos económicos ha impedido el desarrollo de un dialogo diverso sobre la compleja realidad social del país, toda vez que ha excluido y desestimado desde sus líneas editoriales a todos los actores sociales que comprometen su relación de poder con el establecimiento.

Reporteros  Sin  Fronteras y  la  Federación  Colombiana  de  Periodistas  -FECOLPER, implementaron un  instrumento  internacional para apoyar la transparencia de la propiedad de los medios de comunicación llamado Monitor  de  Propiedad  de  los  Medios (MOM).

El “Monitor de Propiedad de los Medios” o Media Ownership Monitor (MOM), es un mecanismo que permitió crear un mapeo  con una base  de  datos  pública que se actualiza constantemente y en la que se puede consultar quienes son los dueños de medios de comunicación y a la vez permite conocer sus  relaciones con  otras  empresas. Además,  proporciona  una  contextualización  y  análisis  cualitativos  para  cada  país.

El MOM presentó un informe sobre 10 grupos mediáticos y familias propietarias de canales de tv, radio, prensa, revistas y medios digitales en el país ellos son: Organización Luís Carlos Sarmiento Angulo, Organización  Ardila Lulle, Organización Radial Olímpica y Valorem, estos consorcios tienen empresas en muchos otros  sectores diferentes a la comunicación y solo Prisa es una empresa internacional.

Les compartimos la selección realizada por Media Ownership Monitor (MOM).

Grupo Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo

1

Grupo Santo Domingo – Valorem

2

PUBLICACIONES SEMANA

3

Organización Ardila Lülle

4

 Familia Char

5

Familia Galvis Ramirez

6

Grupo Nacional de Medios

7

Grupo PRISA

8

Grupo Editorial El Periódico

10-Grupo-Editorial-El-periodico

Familias Gómez & Hernandez

9

 

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