Los medios de comunicación también pueden hacer autocrítica en la democracia

3 June, 2018 / By Mundodiario

La prensa de calidad en España se caracterizó durante la mayor parte de la democracia por tener tendencias pero no por ser partidaria, sino más bien por ser plural y veraz en su información y por fijar posición solo en su sección de opinión. Tener tendencia es lo habitual también en la prensa anglosajona, tal vez la de mayor prestigio en el mundo. Asumir un carácter partidario, al estilo de la prensa decimonónica, parecía algo del pasado, pero el siglo XXI está resucitando viejos fantasmas del XIX. Hoy los españoles tienen más medios partidarios y/o sesgados que plurales, incluyendo todo tipo de soportes, con la diferencia de que ahora no siempre es por vocación, pasión o romanticismo, sino más bien por simple interés. Hay excepciones, por supuesto, pero la tendencia dominante se aproxima bastante a la tesis que intenta desarrollar MUNDIARIO en este editorial.

Los viejos editores del siglo XIX, a veces ligados o próximos a determinados partidos, abanderaban causas políticas llevados por su pasión ideológica. Sus descendientes, en el siglo XX, moderaron aquellas posiciones radicales al tiempo que profesionalizaban sus medios, dotándolos de mayor calidad periodística y mejores contenidos. Las dictaduras y la guerra civil fueron etapas de excepcionalidad pero, una vez recuperada la libertad, la prensa abrazó, en general, la causa democrática, e intentó jugar limpio con las principales fuerzas políticas en sus secciones informativas. La segunda mitad de los 70, los 80 y los 90 fueron años de bonanza para la prensa: se vendían muchos ejemplares, había suficientes suscriptores y no faltaba la publicidad. Por entonces, los buenos diarios ganaban dinero –algunos hasta el 20% de lo que facturaban– y pagaban razonablemente bien a sus periodistas, que podían ser independientes.

Llega la perversión al sector

Tras los años de bonanza llegaron otros con una progresiva caída de las ventas de los periódicos, compensadas con ingresos por publicidad crecientes y empezaron a introducirse los ingresos atípicos, ligados a convenios con las administraciones públicas y otras entidades para todo tipo de fines. Ahí empezó la perversión de la prensa, pero no fue lo peor: todo empeoró cuando, en plena crisis de ventas y de excesivo endeudamiento, la banca pignoró sus cabeceras o tomó el control de los diarios; a veces directamente, otras colocando a un consejero-delegado y otras mediante un control a distancia pero no por ello menos lesivo para el periodismo en libertad.

Hubo periódicos que acentuaron su tendencia hasta volverse radicales, otros se dejaron llevar por los vaivenes de la política y ni siquiera faltaron los que cambiaron de línea para adaptarse mejor a los intereses de sus dueños, aunque traicionasen a muchos de sus lectores. Este fenómeno de control político y financiero de los medios de comunicación en España no solo se dio en la prensa; también afectó a la radio y, sobre todo, a la televisión. La perversión rozó tal grado de manipulación y sofisticación que algún grupo simuló tener medios con líneas diferentes, incluso contradictorias, pero que en realidad obedecían a la misma estrategia de fondo: favorecer a un determinado partido y perjudicar a otro.

Dos posibles líneas de trabajo

Todo esto puede cambiar –o no– con el Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Cómo? A través de varias medidas, que podríamos resumir en torno a dos grandes líneas de trabajo:

1) El Gobierno puede promover medidas legislativas que acaben con las masivas transferencias de fondos públicos a los medios privados, manteniendo las transferencias necesarias a los medios públicos, a cambio de su neutralidad, siguiendo un modelo similar al de la BBC o al de RTVE en los tiempos del periodista Luis Fernández. De ese modo, los medios públicos podrán garantizar el pluralismo, el servicio público y la libertad de expresión, y los medios privados tendrán que competir en el mercado, sin que su cuenta de explotación mejore o empeore en función de los gobiernos de turno. A día de hoy en España, no solo sale dinero del Gobierno central para los medios, sino también –mayoritariamente– de los gobiernos autonómicos, provinciales y locales. Quiere esto decir que a veces no hay dinero para las guarderías infantiles o las residencias de ancianos pero nunca falta para los medios de comunicación, a través de diversas fórmulas, no todas ellas confesables.

2) El Gobierno, a través de las autoridades de Competencia, puede regular también que la banca y las grandes compañías de servicios y de la construcción dejen de operar en los medios de comunicación, devolviendo la propiedad y la gestión de este sector a los editores y a los periodistas, sin vínculos con los grandes grupos financieros ajenos al sector.

Hay apoyos institucionales que contribuyen a que, lejos de fomentar la competencia, el mercado se vea intervenido por una cierta perversión

Estas dos líneas de trabajo pueden contribuir al pluralismo y la libertad de expresión en España y evitar, como ya sucedió, relevos de directores inducidos por políticos y financieros; la generación de ingresos atípicos en los medios; la especulación con determinadas cabeceras, etcétera. No se trataría de limitar el libre mercado, sino de ordenar con sentido común ciertas actividades mercantiles relacionadas con derechos fundamentales que recoge la Constitución española. El objetivo no sería, por tanto, frenar la expansión de los grupos de comunicación, sino todo lo contrario, para que puedan ser incluso grandes multinacionales del sector. Pero, en buena lógica, sí se trataría de impedir que este sector garante de la libertad de expresión pueda quedar sujeto a las estrategias e intereses de los poderes políticos y financieros, así como de los grandes conglomerados empresariales que en su objeto social son ajenos al periodismo.

Si no se llega tan lejos, al menos este Gobierno podría contribuir a que RTVE y los demás medios públicos se rijan por criterios similares a los de la BBCy a que los medios privados no sean vulnerables a las injerencias políticas y financieras. Ejemplos edificantes en este sentido podrían ser el de RTVE pero también los de medios privados donde se han cometido atropellos de todos conocidos, que denotan relaciones viciadas entre algunas empresas de comunicación y ciertos grupos políticos y financieros.

Para un pleno nivel de transparencia ante nuestros lectores, la Compañía Mundiario de Comunicación, editora de MUNDIARIO, informa de que no recibe fondos de ninguna administración pública, ya que sus ingresos proceden exclusivamente del mercado de internet. Los medios de comunicación también pueden hacer autocrítica en la democracia, ya sea en la línea que propone este editorial o en otra no menos respetuosa con la libertad de expresión. Del mismo modo que la prensa anima a las instituciones a desarrollar portales de transparenciano estaría mal que las empresas de comunicación publicasen sus cuentas, detallando sus ingresos procedentes del sector público, aquellos otros ingresos inducidos también por los gobiernos, el estado de las licencias de radio y televisiónconcedidas, etcétera.

En definitiva, la entrada de un nuevo Gobierno podría acercar el modelo de RTVE y de otros medios públicos al de la BBC, al tiempo que cabría ponerfin al control de la prensa por los grupos financieros y eliminar las ayudas públicas no objetivables a los medios, que hoy reciben dinero público fruto de una espiral desorbitada, de la que paradójicamente apenas se informa a la opinión pública. @mundiario

Source: https://www.mundiario.com/articulo/politica/medios-comunicacion-tambien-pueden-hacer-autocritica-democracia/20180603023828123763.html

Advertisement

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s